Ideas y
Momentos
El
constante cambio retoma en nosotros su comportamiento caprichoso, esta
estabilidad refleja la razón de cuan aleatorio podría haber sido que nuestros
caminos no se cruzaran y que nunca más se puedan separar.
Más de una vez
me puse a pensar como hubiera sido sin ti, fue en ese momento cuando me di
cuenta que esa idea no puede ser concebida.
Solo las
preguntas fundamentales no pueden ser respondidas por las habilidades del ser
humano, sin embargo son esas mismas las que nos llevan hacia lo desconocido, lo
peligroso, lo emocionante. Son los intrépidos los que llevan el horizonte de lo
posible siempre más allá.
La
arbitrariedad y la indisolubilidad de nuestra unión hicieron que lleguemos a saber
que es indispensable entender que nunca nos podremos separar. (Son palabras muy
complejas para decir algo tan lindo.)
Los adoquines brillaban, con un rocío que los cubrían convirtiéndolos en miles de espejos que diamantaban la calle; el teatro me miraba con su majestuosidad, su balcón principal recubría la noche de una solemnidad haciendo que su remate simétrico imponga un límite al cielo que nos rodeaba; centinela de una situación tan arbitraria como inevitable. La brisa corría en esa esquina mientras que los arbustos crujían demostrando que había vida por fuera del sonido de la respiración. Así me encontré mirando como las formas se mezclaban y mi corazón latía, existía la probabilidad de que no fuera ese el momento de iniciar la cruzada, ¿como saberlo?, la inseguridad me sobrepasaba y mi cabeza… replicaba una y otra vez si era ese el momento preciso en el que las condiciones se reunirían para hacer posible que te dijera a los ojos – Hola ¿cómo estás?
El tiempo,
discurrió entre ese un hola y un te amo. Un camino sinuoso de idas y vueltas
nos trajo, sabemos ambos que la complejidad de la estructura magistral del
lenguaje nos hace presos de su inexorable necesidad. Ahí, como esperando la
largada, las palabras realizan una macabra danza, como si fuera un juego de
ajedrez analizamos cada una de la miles de posibilidades que resultarían del uso
erróneo de algún término impropio que sin necesidad de pedir permiso se hiciera
presente entre los dos y desatara la tormenta de no poder decir – me volvés
loco.
Hacía frío, sin embargo allí dentro, entre las señoras de
lindos abrigos y mucho maquillaje
parecía que los aromas de la pastelería artesanal impedían que el frío se
hiciera dueño del lugar. El vidrio que flanqueaba nuestro babor sin embargo nos
hacía tener presente que era invierno, las luces del centro recubrían cada
espacio haciendo de nuestro todo un mundo tan iluminado como había sido aquella
tarde que se había ido con los últimos rayos de sol. Otra vez frente a vos se realizaba la danza cada vez
más frenética de términos que ya tenían en claro su orden, sintáctico y
gramatical; ellos no eran el problema, el problema era yo, miles de palabras
corrían por mis labios buscando el momento exacto de decir - te casás conmigo.
La
realidad es que: Solo dos locos pueden
recorrer la distancia hasta la bóveda celeste solo para volver y decirse que se
aman.
Hoy estoy
acá para decirte que te amo, hasta el cielo ida, y vuelta.
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