sábado, 30 de abril de 2016

Ideas y Momentos


El constante cambio retoma en nosotros su comportamiento caprichoso, esta estabilidad refleja la razón de cuan aleatorio podría haber sido que nuestros caminos no se cruzaran y que nunca más se puedan separar.

Más de una vez me puse a pensar como hubiera sido sin ti, fue en ese momento cuando me di cuenta que esa idea no puede ser concebida.


Solo las preguntas fundamentales no pueden ser respondidas por las habilidades del ser humano, sin embargo son esas mismas las que nos llevan hacia lo desconocido, lo peligroso, lo emocionante. Son los intrépidos los que llevan el horizonte de lo posible siempre más allá.

La arbitrariedad y la indisolubilidad de nuestra unión hicieron que lleguemos a saber que es indispensable entender que nunca nos podremos separar. (Son palabras muy complejas para decir algo tan lindo.)




Los adoquines brillaban, con un rocío que los cubrían convirtiéndolos en miles de espejos que diamantaban la  calle; el teatro me miraba con su majestuosidad, su balcón principal recubría la noche de una solemnidad haciendo que su remate simétrico imponga un límite al cielo que nos rodeaba; centinela de una situación tan arbitraria como inevitable. La brisa corría en esa esquina mientras que los arbustos crujían demostrando que había vida por fuera del sonido de la respiración. Así me encontré mirando como las formas se mezclaban y mi corazón latía, existía la probabilidad de que no fuera ese el momento de iniciar la cruzada, ¿como saberlo?, la inseguridad me sobrepasaba y mi cabeza… replicaba  una y otra vez si era ese el momento preciso en el que las condiciones se reunirían para hacer posible que te dijera a los ojos – Hola ¿cómo estás?


El tiempo, discurrió entre ese un hola y un te amo. Un camino sinuoso de idas y vueltas nos trajo, sabemos ambos que la complejidad de la estructura magistral del lenguaje nos hace presos de su inexorable necesidad. Ahí, como esperando la largada, las palabras realizan una macabra danza, como si fuera un juego de ajedrez analizamos cada una de la miles de posibilidades que resultarían del uso erróneo de algún término impropio que sin necesidad de pedir permiso se hiciera presente entre los dos y desatara la tormenta de no poder decir – me volvés loco.


Hacía frío, sin embargo allí dentro, entre las señoras de lindos abrigos  y mucho maquillaje parecía que los aromas de la pastelería artesanal impedían que el frío se hiciera dueño del lugar. El vidrio que flanqueaba nuestro babor sin embargo nos hacía tener presente que era invierno, las luces del centro recubrían cada espacio haciendo de nuestro todo un mundo tan iluminado como había sido aquella tarde que se había ido con los últimos rayos de sol. Otra vez  frente a vos se realizaba la danza cada vez más frenética de términos que ya tenían en claro su orden, sintáctico y gramatical; ellos no eran el problema, el problema era yo, miles de palabras corrían por mis labios buscando el momento exacto de decir  - te casás conmigo.


La realidad es que: Solo dos locos pueden recorrer la distancia hasta la bóveda celeste solo para volver y decirse que se aman.


Hoy estoy acá para decirte que te amo, hasta el cielo ida, y vuelta.



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